La reciente declaración del presidente Trump sobre la imposición de un arancel del 25% a las importaciones de México ha sacudido el mercado. Trump ha justificado esta medida como una respuesta a la falta de acción decisiva de México contra el tráfico de drogas y de personas. La reacción inicial de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, fue amenazar con aranceles recíprocos, aunque posteriormente declaró que no habría guerra comercial tras una conversación con Trump.
Las implicaciones de una guerra comercial son enormes, afectando aproximadamente 600 mil millones de dólares en comercio transfronterizo. Además, México es un fabricante clave de autopartes para la industria automotriz europea, lo que podría tener un impacto significativo en los fabricantes alemanes y franceses.
Sin embargo, el artículo argumenta que México solo tiene que culparse a sí mismo si se imponen aranceles. La inacción del gobierno mexicano frente al tráfico de drogas y armas, la inmigración ilegal y las barreras fiscales y burocráticas al comercio han creado una inseguridad legal y de inversión que ha sido perjudicial para la economía mexicana. Si México tomara medidas contra estos problemas, el resultado sería beneficioso tanto para la economía mexicana como para la estadounidense.
En resumen, los aranceles de Trump no son una medida arbitraria, sino una respuesta a las políticas del gobierno mexicano que han creado barreras comerciales significativas y una inseguridad legal que ha afectado negativamente el crecimiento económico de México.